¿Qué crees que necesitan tener los ministerios de nuestra iglesia para que sean efectivos? ¿Qué necesitan tener los líderes de nuestra iglesia para que lo que hacen sea siempre de bendición? ¿Qué tiene que haber en todos nosotros para que todo lo que hagamos valga algo para Dios?
Hoy en día nos dejamos llevar por las impresiones que nos pueden causar las personas por lo que hacen. Sin embargo, hay un elemento que muchas veces suele ser olvidado pero que en realidad es la base de todo lo que hacemos.
Pablo dedica unos versos al comienzo para hacerle ver a los corintios por qué el amor es el camino más excelente. Recordemos por un momento que en el capítulo 12 de 1Corintios, el apóstol está lidiando con el tema de los dones del Espíritu porque parece ser que lo que ellos buscaban eran dones que les exhibiesen públicamente. ¡No querían dones para edificar sino para pavonearse ante los demás! No vemos que se estuviesen peleando por el cubo y la frazada de la iglesia sino por la plataforma. Hablar en lenguas, sanidad, apostolado, profecía, son algunos de los dones en disputa que generaban mayor admiración en estos hermanos. Me los puedo imaginar con la boca abierta y aplaudiendo cada vez que alguien los ejercía en el culto. ¡Qué tristeza!
Sin embargo, Pablo les habla fuerte cuando les dice:
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve .” (1Corintios 13)
En otras palabras les está diciendo que Dios no escuchará mis palabras aunque hable en otro idioma como una manifestación ultra espiritual si en mi corazón no hay amor. También les está diciendo que de nada valdrá toda mi erudición ni el tamaño de mi fe si no tengo amor pues para Dios no tendré valor alguno. Además, ni siquiera el sacrificio más grande que yo pueda hacer servirá para algo si no tengo amor; para Dios será como nada. Ni lo que yo diga ni lo que yo pretenda ser ni lo que yo haga puede impresionar a Dios porque a Dios lo único que lo satisface es que yo muestre amor en todo lo que hago. El amor tiene que ser la marca de mi vida y ministerio.
Al final, lo único que Dios valorará de nuestras vidas cuando nos presentemos delante de Su presencia, serán aquellas cosas que hicimos por amor. De todas las cosas que has hecho para el Señor ¿cuáles crees que fueron motivadas por amor? ¿Cuáles estarán registradas en los libros que están en el cielo? ¡Que el Señor nos ayude a vivir por amor en tiempos de tanto sufrimiento! ¡Que nuestras obras ministerios se encuentren cargadas del verdadero amor!
Sirve a Cristo por amor.
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