Si prestamos atención al tiempo en que el Señor Jesús, los Apóstoles y la Iglesia primitiva desarrollaron su ministerio, podemos darnos cuenta de que el contexto que está viviendo la Iglesia actual no difiere mucho de aquella época; las enfermedades, las necesidades y carencias, aunque quizás no exactas, estaban latentes tanto como ahora.
Este mundo cada día más envuelto en afanes, egoísmos y maldad, no puede penetrar nuestros corazones y enajenarnos de lo que sucede a nuestro alrededor. La Iglesia puede cumplir la misión que Dios le dado; debe salir fuera y tener misericordia, preocuparse por el caído, por el enfermo, por el que padece necesidad. Solo así impactaremos en nuestra comunidad y seremos una ventana donde los perdidos puedan ver el amor de nuestro salvador.
No podemos quedarnos paralizados, escondidos en nuestra pequeña burbuja. El creador continua trabajando, tocando corazones y, si miramos la Historia, en momentos de crisis es cuando más se ha glorificado nuestro Señor.
El patrón de que el pastor, misioneros, diáconos y demás líderes son los encargados del total funcionamiento del cuerpo, ha dejado un ejército sentado; hoy, con manos cruzadas que demandan atención e incapaces de protagonismo.
Aprender del modelo bíblico de responsabilidad individual, centrarnos en la misión que nos fue dada, ser sal y luz, enseñar, motivar a cada miembro que sea parte de lo que Dios va hacer es imperativo. Es deber en este tiempo predicar con el ejemplo, transmitir paz, proclamar el mensaje de salvación, buscar de Dios y crecer de manera personal como principal vía, tomar el reto de alimentar espiritualmente a sus familiares mediante el culto en casa, poder ayudar a los necesitados, aún cuando tengamos carencias.
No importa lo difícil del momento, Dios sigue tocando los corazones. Nos corresponde seguir llevando su palabra, seguir alentando, confortando, discipulando y quizás no de la manera en que estamos acostumbrados a realizarlo
Hay muchos modos de hacer la labor aun cuando no podemos salir a veces por razones diversas, por problemas, por temores o por obediencia. Pero lo que sí es muy importante es que no nos quedemos paralizados porque Dios demanda de nosotros en todos los tiempos, pero en estos mucho más para dar las buenas nuevas a todos los que no la han escuchado. A Dios la gloria. Avancemos porque Dios mandó a Moisés lo que debía hacer para abrir el mar, Moisés lo hizo y luego avanzaron. Esforcémonos y seamos valientes. Amén.
Gracias por dejar una verdad ¡Tan importante! como esta. Dios te bendiga.