ENTRE ILUSIONES O MANIFESTACIONES

Escrito por: Pastor Moises Pérez Pérez

La semana pasada un grupo de Jóvenes de nuestra Iglesia participaron en un campamento con el fin de fortalecer relaciones y ser retados por la Palabra de Dios. La noche de la fogata, (algo común en cada campamento, donde se usa este marco para cantar y hacer un llamado de conversión y de santificación), Jonathan David Díaz Roches el muchacho que estaba tomando fotos, tomó esta imagen, y luego que la revisó quedó sorprendido.

En ningún momento los muchachos que estaban alrededor de la fogata vieron o sintieron algo extraño, simplemente puede ser ilusión o manifestación, por lo que quisiera compartir con ustedes algunas verdades de la Palabra respecto de los ángeles y demonios (ángeles caídos).

Los ángeles son inmateriales, siendo espíritus puros. Por lo tanto, tienen una naturaleza invisible, aunque algunos han tomado formas físicas y han aparecido a los seres humanos (Gén. 18). “…Dios creó todo lo que existe en los lugares celestiales y en la tierra. Hizo las cosas que podemos ver y las que no podemos ver…” (Colosenses 1:16, NTV) Pero no encontramos así ninguna descripción física de los demonios en los Evangelios, Hechos o las Epístolas. 

Los demonios son seres móviles. Así como Satanás deambula por la tierra “…Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar.” (1 Pedro 5:8, NTV) se puede esperar que los demonios lo acompañen. Pueden residir en los seres humanos, ser expulsados y regresar más tarde “»Cuando un espíritu maligno sale de una persona, va al desierto en busca de descanso, pero no lo encuentra. Entonces dice: “Volveré a la persona de la cual salí”. De modo que regresa y encuentra su antigua casa vacía, barrida y en orden. Entonces el espíritu busca a otros siete espíritus más malignos que él, y todos entran en la persona y viven allí. Y entonces esa persona queda peor que antes. Eso es lo que le ocurrirá a esta generación maligna.” (Mateo 12:43–45, NTV)

Podemos pensar que todos los ángeles tienen nombres. Dios conoce todas las estrellas por número “…¿Quién creó todas las estrellas? Él las hace salir como un ejército, una tras otra, y llama a cada una por su nombre…” (Isaías 40:26, NTV) y estos son simplemente objetos inanimados. A ellos también con los ángeles, se les llama la «hueste» del cielo (Gen. 2: 1; Neh. 9: 6; Sal. 103: 21). Así que Dios probablemente tiene un nombre para cada ángel. Ciertamente, Él conoce a cada uno individualmente, ya que Él lo sabe todo o es omnisciente.

¿Qué pasa con los ángeles caídos, se pueden salvar? Porque cuando Adán pecó, a él ya sus seguidores se les ofreció la salvación. “Y pondré hostilidad entre tú y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Su descendiente te golpeará la cabeza, y tú le golpearás el talón».” (Génesis 3:15, NTV)

  1. Las Escrituras dicen enfáticamente: “También sabemos que el Hijo no vino para ayudar a los ángeles, sino que vino para ayudar a los descendientes de Abraham.” (Hebreos 2:16, NTV) Es decir, Cristo asumió la naturaleza humana “Debido a que los hijos de Dios son seres humanos —hechos de carne y sangre— el Hijo también se hizo de carne y sangre…” (Hebreos 2:14, NTV), no una naturaleza angelical, para redimir a los seres humanos, no a los ángeles.
  2. La Cruz de Cristo, que se declara como la fuente de la salvación humana, se proclama, por contraste, como la fuente de la condenación de los demonios. Pablo escribió: “Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz. De esa manera, desarmó a los gobernantes y a las autoridades espirituales. Los avergonzó públicamente con su victoria sobre ellos en la cruz.” (Colosenses 2:14–15, NTV)
  3. El estado perdido de los demonios siempre se presenta en la Biblia como final y eterno. Pedro escribió: “Pues Dios ni siquiera perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno, dentro de fosas tenebrosas, donde están encerrados hasta el día del juicio.” (2 Pedro 2:4, NTV) “Y les recuerdo de los ángeles que no se mantuvieron dentro de los límites de autoridad que Dios les puso, sino que abandonaron el lugar al que pertenecían. Dios los ha tenido firmemente encadenados en prisiones de oscuridad, en espera del gran día del juicio.” (Judas 6, NTV) Incluso los demonios parecen reconocer su muerte eterna, porque como se dijo en los Evangelios de Jesús: “Comenzaron a gritarle: «¿Por qué te entrometes con nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para torturarnos antes del tiempo establecido por Dios?».” (Mateo 8:29, NTV) También se dice “… pues el diablo ha descendido a ustedes con gran furia, porque sabe que le queda poco tiempo».” (Apocalipsis 12:12, NTV)

Dos acciones para enfrentar a Satanás y sus secuaces.  En primer lugar, “Así que humíllense delante de Dios…” (Santiago 4:7a, NTV) y “Acérquense a Dios, y Dios se acercará a ustedes…” (Santiago 4:8, NTV) En segundo lugar, “…Resistan al diablo, y él huirá de ustedes.” (Santiago 4:7, NTV) “Manténganse firmes contra él y sean fuertes en su fe…” (1 Pedro 5:9, NTV)

¿Un verdadero creyente puede ser poseído por un demonio? El término “endemoniado” en las Escrituras se refiere a “la invasión del cuerpo de una víctima por parte de un demonio (o demonios), en que este ejerce un control vivo y dominante sobre la víctima, al que esta no puede resistirse con éxito”. La Biblia recoge quince ocasiones específicas en las que los demonios moran en los seres humanos, y hacienda una revisión de los datos bíblicos podemos eliminar a 11 de las quince posibilidades respecto a creyentes poseídos, solo quedan Saúl en el Antiguo Testamento (3 veces) y la mujer encorvada de Lucas 13:10-17.

  • ¿Era Saúl un verdadero creyente? Es de suponer que confiaba de verdad en la gracia de Dios para la salvación. Como prueba, nótense las ocho veces en que Saúl recibió la distinción de “el ungido del Jehová” (1 S. 24:6, 10; 26:9, 11, 16, 23; 2 S. 1:14, 16). Samuel también le anunció a Saúl que, en la muerte, ambos estarían juntos “… y mañana tú y tus hijos estarán aquí conmigo…” (1º Samuel 28:19, NTV) Dado que Saúl parece, al menos, haber sido creyente, se puede preguntar: ¿estaba poseído por demonios que tenían que ser expulsados? El lenguaje siguiente describe la forma en que el “espíritu maligno” afectaba a Saúl: “lo atormentaba” (1 S. 16:14-15) “sobre ti” (1 S. 16:16)  “sobre Saúl” (1 S. 16:23) “se apoderó de Saúl” (1 S. 18:10, NVI) “sobre Saúl” (1 S. 19:9) Ninguna de estas frases sugiere que el espíritu maligno o dañino existía dentro de Saúl. En cada caso, el texto habla de tormento externo. En realidad, el lenguaje hebreo tiene la palabra en pretérito perfecto (bo) que, ciertamente, se habría usado si Saúl hubiera estado poseído. Pero no fue usada. Sin embargo, esa es la palabra que usó Ezequiel cuando afirmó: “El Espíritu entró en mí…” (Ezequiel 2:2, NTV) “Después el Espíritu entró en mí…” (Ezequiel 3:24, NTV), en un claro caso donde el Espíritu Santo habitó la vida del profeta.
  • Con respecto a la mujer encorvada de Lucas 13:10-17, nadie puede cuestionar que llevara dieciocho años sufriendo por culpa de un espíritu (Lc. 13:11) identificado como Satanás (Lc. 13:16). ¿Pero era ella creyente? Quienes así lo afirman se basan en que Cristo se refirió a ella como una “hija de Abraham” (Lc. 13:16). Sugieren un paralelo con Zaqueo quien, al convertirse en creyente, fue denominado por Jesús como un “hijo de Abraham”. Sin embargo, una mirada cercana a Lucas 19:9 pinta una imagen distinta. “Jesús respondió: —La salvación ha venido hoy a esta casa, porque este hombre ha demostrado ser un verdadero hijo de Abraham.” (Lucas 19:9, NTV)

Las Epístolas del Nuevo Testamento no advierten nunca a los creyentes sobre la posibilidad de la posesión demoníaca, aunque se hable de Satanás y de los demonios con bastante frecuencia; tampoco enseñan cómo expulsar demonios de un creyente ni de un incrédulo. Es bíblicamente inconcebible que un verdadero creyente pudiera ser poseído por demonios.  

  • “No se asocien íntimamente con los que son incrédulos. ¿Cómo puede la justicia asociarse con la maldad? ¿Cómo puede la luz vivir con las tinieblas? ¿Qué armonía puede haber entre Cristo y el diablo? ¿Cómo puede un creyente asociarse con un incrédulo? ¿Y qué clase de unión puede haber entre el templo de Dios y los ídolos? Pues nosotros somos el templo del Dios viviente. Como dijo Dios: «Viviré en ellos y caminaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo tanto, salgan de entre los incrédulos y apártense de ellos, dice el Señor. No toquen sus cosas inmundas, y yo los recibiré a ustedes. Y yo seré su Padre, y ustedes serán mis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso».” (2 Corintios 6:14–18, NTV) viendo la idea central de este pasaje podemos descartar que el Espíritu Santo y los espíritus inmundos puedan cohabitar en los creyentes verdaderos, incluso de forma temporal.
  • “Pues él nos rescató del reino de la oscuridad y nos trasladó al reino de su Hijo amado,” (Colosenses 1:13, NTV) La salvación, como se describe en este pasaje nos habla de la verdadera “liberación” de Satanás y de la transferencia al reino de Cristo.
  • “Ahora bien, el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, quien también nos selló y nos dio el Espíritu en nuestro corazón como garantía.” (2 Corintios 1:21–22, LBLA) “Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” (Efesios 4:30, LBLA) El ministerio sellador del Espíritu Santo protege a los cristianos contra la invasión demoníaca.
  • “Sabemos que los hijos de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque el Hijo de Dios los mantiene protegidos, y el maligno no puede tocarlos.” (1 Juan 5:18, NTV) Esta promesa convierte la idea de la invasión demoníaca en un concepto no bíblico y en una imposibilidad para un creyente verdadero.

Por tanto, no hay un solo caso en las Escrituras donde residieran Satanás o los demonios dentro de un creyente verdadero y necesitaran ser expulsados.

Sea la foto una ilusión o una manifestación, hay algo claro que tiene que quedar para el creyente y aquel que no ha sido sellado por el Espíritu Santo. Sin Cristo, somos una casa vacía, y con Cristo, tenemos la victoria segura, pero: “Cuando los setenta y dos discípulos regresaron, le informaron llenos de alegría: —¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando usamos tu nombre! —Sí —les dijo—. Vi a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren, les he dado autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño. Pero no se alegren de que los espíritus malignos los obedezcan; alégrense porque sus nombres están escritos en el cielo.” (Lucas 10:17–20, NTV)

Bibliografía.

Norman L. Geisler, Sistematic Theology volume two (Minnesota, Bethany House 2003).

John MacArthur y Richard Mayhue, Teología sistemática (Michigan, Editorial Portavoz 2018).

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